Cuarta jornada de Lluvias & Letras

20/11/16

El martes 15 volví a asistir a un evento de este festival literario que se está haciendo en Santander. El sábado hicieron una ruta literaria a pie por Santander y una maratón de cuentos que duró todo el día. El lunes se pudo disfrutar de Aramburu, de Ana Puset y de una mesa redonda sobre el mar —yo no pude acudir porque no me encontraba nada bien. Y en esta cuarta jornada hubo numerosas actividades, como un encuentro con María Oruña, otro con Francesc Miralles —al que yo acudí—, una mesa redonda sobre contar historias y otra sobre la novela negra. La verdad es que yo seguía sin encontrarme bien pero llevo queriendo conocer a Francesc Miralles —recuerdo que muchas tardes hablaba con Brianda, que le conoce a él desde hace años, sobre los libros y la música de este hombre tan fascinante—, así que  me presenté allí y con mi cuaderno y un bolígrafo bic me senté a escucharle. 


El primer libro que leí de Miralles fue Retrum, un libro que me encantó y que hizo que me enamorase, en cierta forma de los cementerios. Poco a poco fui leyendo más de él y me enamoré completamente de su forma de escribir, siendo mi libro favorito —de momento— Ojalá estuvieras aquí.
Me senté al principio en tercera fila, aunque acabé en primera, con el cuaderno abierto y el boli bic que me acompaña a todos los sitios. No llevé sus libros, pues me los he leído o gracias a las bibliotecas de Cantabria o por préstamos de amigos. El presentador, al mirar a la gente, se dio cuenta de que llevaba cuaderno, así que confesé que escribo en este blog y bueno, qué roja me puse. A juego de mi pintalabios.
Miralles habló de los libros que leía de niño, que eran los Enid Blyton —yo también los he leído—, El principito, autores alemanes, el atlas... e incluso oía cuentos como el de Pedro y el lobo. A los 14/15 años se puso a escribir más en serio aunque nunca pensó que llegaría a ser escritor, lo hacía por necesidad, y a los 17/18 empezó sus cuadernos de viajes pues al parecer el escritor es un poco un culo inquieto, algo en lo que comprendo porque hay un montón de lugares por ver que tienen que ser maravillosos. Una de las cosas que nos contó es que estuvo en un campo de refugiados bosnio como voluntario, y que lo que ha vivido en los viajes suele rescatarlo y meterlo a veces en alguna novela.

Julián Moreno le dijo que había escrito unos cuantos libros a cuatro manos y Miralles bromeó diciendo que era un promiscuo, algo que me hizo mucha gracia —creo que fui la única que se rió en toda la sala. Comentó que trabajando con otra persona se gana un lector seguro, pues el otro tiene que leer lo que tú estás escribiendo para poder seguir con lo suyo. Además, también se aprende mucho de estilo, pues hay que encajar la manera de escribir de dos personas y eso es algo con lo que se aprende —doy fe, gracias a escribir con Carla he aprendido muchísimo para algunas cosas, y creo que se nota.

Miralles habló de Pulsaciones y Latido, en los que ha trabajado con Ruescas, y contó que la idea les salió tras preguntarse cómo sería escribir una novela mediante mensajes de texto. Las cartas y correos electrónicos ahora están un poco pasados de moda —yo como soy una rarita, como sabéis, sigo haciendo ambas cosas—, siendo la forma actual de comunicación el whatsapp, así que pensaron en hacer esta novela de esta manera. Se inventaron una nueva plataforma, para no hacer que sea whatsapp, e hicieron que al entrar te saliera como la cita del día. Yo le pregunté que por qué habían hecho eso, y el comentó que colecciona citas —a mis brazos, Miralles, yo tengo un montón de cuadernos en los que apunto citas de libros, canciones, películas...— y que le gusta ponerlas al principio de los capítulos, como en Requiem, así que se le ocurrió ponerlo así.

Luego habló de que una ¿amiga mexicana? Creo que era así. Bueno, pues escribió una novela romántica por facebook cogiendo los mensajes que se había pasado con su novio, y él dijo que era importante cribar.

Miralles también dijo que él siempre intenta contestar a todo aquel que le escribe, porque es algo que a él le gustaría que le hicieran a él. Nos contó una anécdota de cuando escribió una carta a una cantante norteamericana, a la que mandó un poema cuando era joven, y de que le contestó, poniéndole súper contento —aunque cuando vio la respuesta no le gustara tanto, pobre, no le fue mucho el poema. Eso sí, añadió que no contesta a la gente que le manda un mensaje con tono de "tengo que hacer un trabajo para clase, házmelo tú".

Por último dijo que para ser escritor había que buscarse un trabajo, que no se puede vivir de eso —se puede, pero mal— y que hay que leer muchísimo, copiar ciertas estructuras de la gente que nos gusta, fijarnos en lo que hace otro para aprender —a ver, no copiar de plagiar, que a ver si os lo vais a tomar literal— y compartir lo que hacs. Y luchar muchísimo.

Acabó con una ronda de ¿Qué pasaría si...? mientras él decía por dónde podía tirar la historia.

Yo me quedé hasta que se fueron todos, que fue cuando le pregunté si podía firmarme en el cuaderno porque no tenía sus libros por haberlos leído todos de la biblioteca, y aceptó. Se lo agradezco muchísimo, me dio mucho palo pero es que me gusta muchísimo y sus historias son súper especiales. Por supuesto, estuve con la cara roja hasta el final. Más aún cuando Julián Moreno se apuntó la dirección de mi blog y Miralles buscó Côuragé en google —aunque le aclaré que he acabado el contrato y que no he renovado.

Y bueno, antes de despedirme yo, os diré que mañana es el último día que os hablaré de este evento. Un abrazo enorme y gracias por leerme.

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