La historia de Michelle Obama

13/5/19



Michelle Obama siempre me ha parecido una mujer interesante o, al menos, siempre he tenido ganas de saber más porque he oído decir un montón de cosas sobre ella. Cuando salió su libro, me entró curiosidad pero la curiosidad que me despertaba la ex primera dama no era tanta como para pagar 23€ por su libro. Así que cuando me lo ofrecieron por participiar en un programa de testeo de megustaleer, entre otros libros, no dudé en leerlo. Quería saber quién era, qué había hecho y por qué levantaba tanta pasión entre algunas booktubers de habla inglesa que sigo. Y en esta entrada me gustaría hablaros de las cosas que he aprendido. 

Su historia


El libro está dividido en tres partes: antes de Barack Obama, cuando le conoció y la presidencia. ¿Cuál me ha gustado más? La primera, sin lugar a dudas. Me parecía realmente interesante porque me hablaba de ella, de quién fue antes de que fuera la primera dama de EEUU y eso es lo que yo estaba buscando. 

Michelle pasó su infancia estudiando y esforzándose por ser la mejor, algo que no todo el mundo puede hacer. Nos habla de las noches de desvelo tratando de memorizar algo, de cómo intentaba ser la mejor en todo, de su afán de perfección y de lo cuadriculada que tenía su vida. A ella nunca le han gustado las cosas cuando se desordenan o cuando no salen bien y no suspendió un examen hasta llegar a la universidad. Era una de esas pocas personas que sabía a dónde quería llegar y que hizo todo lo posible. 

Nos habla del barrio en el que vivía, que poco a poco se acabó convirtiendo en un gueto; del pequeño apartamento en el que vivía con sus padres y su hermano, un espacio reducido pero que consiguieron hacer que funcionara; de la enfermedad de su padre, que no faltó ni un solo día al trabajo; de sus dos familias, una tan cercana y cálida y la otra fría; de sus amigas... Y de la pregunta que no dejaba de hacerse: ¿soy lo suficientemente buena?

Recuerda su etapa en primaria, en bachiller y en la universidad. Todas tienen en común las horas que pasó estudiando y las pocas que hizo algo divertido. Y os confieso que mientras la leía me preguntaba a mí misma si yo hubiera sido capaz de haber hecho eso. Y la respuesta es no, por muy lejos que haya llegado ella, no creo que sea sano centrar tu vida en los estudios y en nada más. La vida es para disfrutarla, además de para estudiar. Existe el placer de pasar una tarde de mayo sentada en un banco con un helado mientras te ríes con tus amigos, de dar un paseo sin pensar en nada, de bailar por la noche hasta tarde, de ir a la biblioteca a por novelas y no solo a estudiar... 

Seguramente pensaréis que no le fue tan mal, pero tras terminar su carrera (con todo lo que conlleva en Estados Unidos) y estar un tiempo trabajando, se dio cuenta de que había llegado hasta donde quería pero que no le gustaba. No era feliz. Ganaba muchísimo dinero, tenía una vida estupenda, vestía trajes caros... pero iba al trabajo y hacía las cosas mecánicamente, no porque le entusiasmaran. Y cambió de trabajo varias veces. Decidió probar cosas nuevas. Y cuando leía eso me pregunté qué hubiera pasado si se hubiera permitido salir de su zona de comfort por unos instantes cuando era una adolescente y se hubiera permitido pensar qué era lo que realmente le gustaba. 

Michelle Obama descubrió de adulta que no le gustaban nada las leyes. Y por lo bajito, añado: y no pudo recuperar los veintitantos años de su vida que perdió. 

Michelle y Barack Obama




Ella era más joven que él, pero fue su jefa en el sitio donde estaban trabajando. A diferencia de ella, Barack se permitió hacer una carrera, disfrutar de la vida un tiempo y ponerse a estudiar otra vez. Sabía lo que quería y a los veintisiete estaba estudiando derecho, siendo una promesa para la abogacía. Cuando se conocieron, él llegó muy tarde y día tras día la descolocaba. Como os he dicho, ella es muy perfeccionista y cuadriculada, pero él no. Él se gastaba su dinero en libros, hacía lo que quería cuando le apetecía y hablaba solo por las noches sobre las cosas que quería arreglar. Poco a poco la conquistó, hasta que acabaron casándose. 

Los dos eran muy distintos y hay una diferencia esencial: a ella la política le daba igual y a él no. Él estaba muy involucrado y quería cambiar el mundo, algo que a ella le parecía bien cuando simplemente trabajaba en sus ratos libres en sitios locales. Pero poco a poco se acabó comprometiendo más y más hasta que se presentó a senador. 

Otro factor importante es la visión de la familia que tienen los dos. Michelle creció rodeada de ella, no sabía estar sola y disfrutaba de un rato con los suyos. Pasaba tiempo con su madre, (su padre falleció), con su hermano y demás parientes. Barack, por el contrario, venía de una familia distinta. Sus padres no estaban juntos. Su padre era de Kenia, su madre una estadounidense blanca. Se conocieron en Hawaii y estuvieron casados, hasta que ella se enteró de que tenía otra familia en Kenia. Obama se crió prácticamente sin padre y estuvo viajando hasta los seis años, edad en la que su madre le mandó con sus abuelos maternos a estudiar para que tuviera una vida estable. Así que él tenía un concepto despegado de familia. 

¿Por qué os cuento esto? Porque esto afectó a la familia Obama hasta que fue presidente de EEUU. Cuando ella se quedó embarazada la primera vez, estuvo prácticamente sola durante un montón de meses. Él estaba trabajando, haciendo campaña o cosas de su empleo normal, y ella seguía con su empleo y, además, preparándose para la que venía. La segunda vez, pasó un poco lo mismo y no cambió la cosa cuando ellas ya crecieron un poco. Las niñas casi no veían a su padre. A Michelle eso le enfadaba, pero él no lo veía nada raro. Eso sí, una y otra vez insiste en lo buen padre que era Obama, en lo cariñoso que era con sus hijas. Es como que se da cuenta de la imagen que está dando de su marido y se arrepintiera, así que trata de suavizar la imagen y nos habla de cuando les leía cuentos, jugaba con ellas o cosas de esas. Pero la realidad es que no conocía demasiado a sus hijas. 

Cuando se presentó para la presidencia, algo que a Michelle no le hizo ninguna gracia, esa situación empeoró. Estaba aún menos horas y muchas veces tenía que irse ella a ayudar. Al principio intentó hacerlo como pudo pero se dio cuenta de que no era sostenible. Comían casi siempre fuera y ella no tenía tiempo ni de respirar. Dejó su trabajo y se dedicó a la campaña de Obama, además de cuidar de sus hijas. Y en esta época política fue cuando nació su obsesión con que EEUU comiera lo más sano posible. Estaba descuidando la alimentación de sus hijas y en una revisión le informaron de que la pequeña había engordado y que había que vigilar lo que comía. Así que contrató a un chico que les cocinaba cosas sanas que pudiera meter en el microondas al llegar a casa y eso se acabó transformando en el huerto de la casa blanca. 

Pero no solo nos habla de esos detalles, también nos habla de las veces que la fastidió en la campaña, de los lugares que visitó ella, de las promesas que hizo una y otra vez, de los testimonios de la gente y de lo que pasaba tras el escenario. Y así, cruzando su vida personal y la campaña, llegamos a la casa blanca. 

Presidente y primera dama



En la última parte nos habla de sus ocho años en el mandato y de todo lo que hacía ella como primera dama. Hay cosas bastante interesantes que tiene que ver con cómo funcionaba la parte más hogareña de sus vidas, del servicio, de las cosas que sabían (o dejaban de saber), de cómo fueron por primera vez una familia (eso no lo dice ella, lo digo yo)... Y sí cuenta anécdotas divertidas. Pero lo que nos cuenta en esta parte también deja caer lo calculado que está todo en este libro, pues si algo aprendes de Michelle Obama es que no hay nada al azar. Así que cuando acabas de leer esta parte, en la que te habla de que Barack no pudo hacer la mitad de las cosas porque se lo impedían, te acabas preguntando si este no es otro movimiento calculado para dejarles bien a ellos. 

Veremos a las niñas crecer, cómo Michelle se centra cada vez más en la alimentación saludable y las iniciativas que toma. Se reune con un montón de adolescentes, sobre todo con chicas, para hablar de los que les espera el futuro, de ser líderes y de un montón de cosas más. Te habla de las quedadas con las adolescentes, en las que trataba de crear una sensación de comunidad. Y sí, lamentablemente no dejaba de preguntarme si tuvieron la misma oportunidad de ir ahí las chicas de barrios marginales. Porque sí, por mucho que se supone que ella diga que quería dar oportunidades a todos, independientemente de su poder adquisitivo, ¿es cierto? ¿Fueron chicas de los barrios marginales, pisaron la casa blanca, pasaron tiempo con niñas de colegios privados? No lo dice en ningún momento, al menos para mí no despeja las dudas. 

También nos habla de todos los niños que fueron a la casa blanca, de los eventos que hacían para ellos y de toda la cultura que dejaron entrar al edificio. De sus esfuerzos para convertir la casa blanca en un lugar cómodo para todo el mundo. Y lo que yo me pregunto es si les salía a ellos o si era por la campaña, por renovar la presidencia. Lo siento por no contribuir a la imagen de qué bonito todo, qué perfecto, pero es que si algo aprendes leyéndola es que los políticos son políticos y todo lo hacen por algo. 

Eso sí, ella deja claro que no piensa presentarse a un cargo político nunca. ¿Lo cumplirá? 


En definitiva, el libro me parece interesante porque te cuenta un montón de cosas sobre su vida que no sabías (y que no os he contado aquí porque me llevaría horas), pero también decepciona un poco. Últimamente me gusta leer sobre la vida de la gente, motivo por el que me he acercado a su historia, pero me esperaba algo más. Quería respuestas a preguntas sobre ellas. No un montón de justificaciones sobre las cosas que no hicieron, lo mucho que trabajó ella en la sombra aunque no se notara  o alabanzas de lo bueno que era Obama.

Al parecer donará un 10% de los beneficios obtenidos por la venta de entradas para asistir a sus presentaciones a organizaciones, escuelas y grupos comunitarios de los lugares que va a visitar durante la gira. Y tengo que decir que, tras leer una y otra vez lo mucho que le importa la educación, me esperaba que donara mucho más que eso. 

Si habéis leído sus memorias, me encantaría saber qué os han parecido. 

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