Howard Philip Lovecraft nació en 1890 en Providence y falleció en 1937 allí también. Era un niño rarito —para qué vamos a negarlo si es parte de su encanto—, tímido y desde muy pronto le interesó la mitología, la astronomía y las ciencias. Y, además, era un fanboy, algo que me hace mucha gracia. Le gustaba recrear situaciones históricas y observar los pequeños detalles de las cosas. Parece que su madre no le dejaba jugar con niños de menor clase social y le trataba bastante mal, haciendo que Lovecraft se sintiera fatal consigo mismo. Su padre fue ingresado en un psiquiátrico y murió cinco años después de una enfermedad. Howie vivió entonces con su madre, sus dos tías y su abuelo materno, el culpable de que fuera un apasionado de la lectura.
No fue hasta los ocho años al colegio por su salud y lo tuvo que dejar un año después, aunque eso no hizo que no siguiera formándose pues Howie estudiaba por su cuenta química y astronomía, colaborando incluso en revistas científicas. Al de unos años empezó la educación secundaria pero lo dejó definitivamente casi tres años después. A los catorce años murió su abuelo, algo que le afectó muchísimo. Además, el fallecimiento del abuelo conllevó una mala situación económica porque les había dejado con deudas por lo que tuvieron que mudarse. Otro palo para Howie fue que él quería graduarse para convertirse en astrónomo profesional pero las matemáticas no se le daban bien, al parecer sufrió un colapso nervioso y no pudo recibir su diploma, no pudiendo ir a la Universidad a la que quería y sintiéndose fatal por no haberlo logrado. Su madre también murió, ella a causa de un mal post-operatorio.
Howie tuvo que olvidar la idea de dedicarse a tiempo completo a la escritura y se buscó pequeños trabajos para poder vivir. ¿Cuáles eran? Pues muchos eran retocar los textos de otros autores. En una convención de escritores conoció a la que sería su mujer, una hija de inmigrantes judíos ucranianos y siete años mayor que él. Se mudaron a Brooklyn pero se acabaron separando amistosamente porque las circunstancias no les permitían estar juntos —dificultades económicas, principalmente. Él volvió a Providence y vivió con sus tías hasta que una de ellas murió, volviéndose a mudar. Murió de cáncer en 1937.
Y ahora que sabéis quién es este hombre maravilloso, pasemos a hablar de su obra y de un relato que me encanta.
Me gusta muchísimo cómo escribe Lovecraft y sus historias me entusiasman. Siempre me dice algo con ellas y me mantienen pegada a sus páginas, deseando que en vez de ser un relato sea una novela. En el primer volumen del recopilatorio de todo lo que escribió está este fantástico relato, The Outsider, del que me había hablado ya un amigo, y cuando lo leí me enamore completamente de su historia.
El protagonista es un ser que vive en un castillo y que se ha dedicado toda su vida a leer libros, porque el pobre está encerrado en su hogar y el criado que tenía ha muerto. No sabe su aspecto porque no hay ni un espejo en el castillo. Tampoco ha hablado nunca con nadie así que no sabe cómo suena su voz. Del mundo exterior sólo sabe lo que le han enseñado los libros. Y un día sale, no puede entrar y da una vuelta por el bosque. Inspecciona la zona, explora y acaba como en otro mundo. Camina por ahí, oye unos ruidos que provienen de un castillo y resulta que hay una fiesta. Como nadie le ha enseñado modales y no sabe muy bien qué hay que hacer en estas situaciones, decide entrar a investigar y lo hace escalando la pared y entrando por una ventana. Total, que cuando llega a los invitados todos lo flipan un poco y salen gritando asustados. Él oye unos ruidos monstruosos y, obviamente, también se asusta, así que intenta huir y se encuentra con un monstruo debajo de un marco de una "puerta". Alarga su mano para tocarle y describe que sintió la superficie fría y pulida de un espejo. El relato acaba con él vagando con otros monstruos, pues se da cuenta de su naturaleza y como no puede volver a su castillo —porque la entrada está bloqueada—, decide ir con la gente que es cómo él.
Este relato me gusta mucho porque Lovecraft te va dejando caer las cosas, no te dice directamente que ese ser es un monstruo y que ese ruido tan horrible sale de su garganta, tampoco te dice que se mira en un espejo y que se ve a sí mismo, sino que cuando toca al monstruo siente que toca la superficie de un espejo. Lo deja caer con delicadeza y es el lector el que tiene que llegar a esa conclusión. Lovecraft no te da las cosas híper masticadas, no te lo pone todo en bandeja. No es su estilo y quizás por eso me gusta, porque va dejando caer detalles. También sabe meterte en tensión y hace que te sumerjas completamente en la historia. Y las descripciones de Howie son fantásticas. Su forma de narrar y describir es maravillosa y me encantaría saber hacerlo como él. Envidio su forma de expresarse.
Este hombre era muy bueno escribiendo y, lamentablemente, en la actualidad se le da mucha más importancia a otros escritores de terror como Edgar Allan Poe. Vale, os voy a confesar algo, es cierto que me gusta Poe pero prefiero mil veces a Lovecraft. Este último tiene algo que me llama, sus historias me parecen mucho más terroríficas y entretenidas que las de Poe, aunque repito que también me gusta mucho cómo escribe este señor. The Outsider me gusta porque de todos los relatos que he leído de Lovecraft me parece que este es diferente, destaca entre todo ellos —exceptuando los de Cthulhu que no son superables. Me encantaría saber escribir como Howie, de verdad.
Os lo recomiendo. La verdad es que solo he hecho esta entrada porque me moría de ganas de hablar de Lovecraft en el blog y deciros que leáis sus relatos. Así que eso, leedle por favor. No os va a decepcionar.
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