Quinta y octava jornadas del festival Lluvias & Letras

21/11/16

Bueno, pues esta es la última entrada sobre el festival de Lluvias & Letras de Santander, he decidido condensarlo todo un poco y hablaros de lo que hice en estos dos días. No he podido ir a todas las cosas, como deduciréis del número de la jornada, pero he disfrutado muchísimo de las actividades. He aprendido bastante, he cogido inspiración para algunos proyectos, tanto para el blog como personales, y estoy deseando que lo repitan el año que viene. Antes de ponerme a hablar de las cosas que hice estos dos días, sí que me gustaría decir dos cositas. Una, me encantó lo del libro escondido porque creo que es muy divertido pero estaría bien que el año que viene escondiérais el libro del que va a venir al día siguiente, en vez de cuando este ya no está. La segunda, que no pongáis muchas actividades el mismo día, y que aprovecharais más el sábado, porque si no me veo otro año más intentando ir de una punta a otra de Santander y volviéndome loca. Ah, y el festival en realidad era del 11 al 19 porque hoy ya no hay nada. A parte de eso, ha sido un primer festival maravilloso, donde he conocido a mucha gente, he estado en charlas muy interesantes y ha sido muy variado, así que un aplauso a los que habéis participado en este evento. 

Por cierto, ¿qué os pasa a los jóvenes de esta ciudad? Las cosas más dirigidas a adultos estaban casi llenas, ¿pero las de jóvenes? ¿Dónde estabais? ¿Metidos en una cueva? Creo que hay una idea equivocada de lo que se hacen en estas cosas. Cuando hay un encuentro o una charla de un escritor no es ir y oír como alguien te aburre durante una hora, como quizás pase en clase, si no que vas ahí y oyes a una persona hablarte de su experiencia, de su obra, e interactúas con él, puedes preguntarle lo que quieras y conoces a mucha gente, a personas a las que les gusta leer, y te firma tu libro y es genial. ¿Por qué no venís? En serio, es que no lo entiendo. Pero bueno, vayamos a lo otro. 


Pues sí, como leéis. El miércoles fui a mi primer taller de escritura creativa y tengo que decir que me lo pasé bastante bien. Fue interesante asistir a una clase de este tipo pues nunca lo había hecho, y la verdad es que fui por la curiosidad de cómo se imparte este tipo de cursos. Nos preguntaron cuánto tiempo llevábamos escribiendo y yo contesté que nueve años. Buff, nueve años desde que escribí en un papel mi primera historia y confieso que se me ha pasado el tiempo volando. Desde entonces he escrito un montón de novelas —yo soy de las que empezó directamente con las novelas cortas—, varios relatos y dejado a medias un montón de cosas para retomarlas quizás algún día. Y me veo haciendo esto toda mi vida. 

En el taller hablamos de los personajes, de la importancia de que sean humanos y de que sucedan en un tiempo y espacio concretos. De la importancia de que los personajes tengan miedos y deseos, de que no sean robots. Creamos un inicio de relato en diez minutos y hablamos de varios procesos. Nos contó qué es la escritura automática —que es eso que hago cuando uso el write or die—, del clustering, de crear historias con fotos al azar, de mezclar palabras y dibujos y de hablar contigo mismo. De la curva de intensidad y de que los personajes y las tramas tienen que estar interrelacionados. Creamos una historia, que a una de las asistentes —a la que le auguro un buen futuro en la novela negra— y a mí se nos fue de las manos porque vemos demasiadas series de policías, y hablamos de escritura. Lo pasamos bien y disfrutamos. 

Y bueno, resulta que en diez minutos y a mano escribo 242.
 

El sábado por la mañana fui con dos amigos—J y P— al taller de cómic e ilustración, aún medio dormidos y con ganas de ponernos a dibujar. Ellos estudian ilustración y yo fui por hobby, pues por si no lo sabéis a mí me gusta muchísimo dibujar y es algo que hago desde niña —ya no tanto porque no tengo tiempo y prefiero pasarme las horas escribiendo, para qué mentir.  No sabíamos muy bien qué esperarnos y confieso que nos gustó mucho a los tres. Es cierto que la mitad de lo que contó nosotros ya lo sabíamos por experiencia y porque nos lo han repetido mil veces, pero aprendimos cosas nuevas y escuchamos su experiencia en este cómic, que a mí esas cosas siempre me parecen súper interesantes y me encanta cuando te las cuentan. No sé por qué, quizás porque te motivan. 

Estuvimos dibujando mientras él hablaba y luego nos miró a algunos de nosotros los dibujos. A mis amigos les estuvo hojeando sus cuadernos con dibujos, que están recién empezados porque han cambiado a otro por cosas de clase, y yo guardé mi carpeta de dibujos para que no la viera porque no quería morirme de la vergüenza. A mí me miró lo que había estado dibujando y le gustó uno de ellos. Estuvimos ahí un montón de tiempo y Vegas me pareció muy majo, nos contestó a todas, sobre todo a las que le hacía J. 

Me habría encantado dedicarme a la ilustración y a la industria del cómic, de pequeña quería hacer Bellas Artes y dedicarme a todo esto pero después de que no entrara en la escuela de ilustración —a punto estuve— me puse a pensar, aunque me tomé un tiempo porque fue un disgusto. Me encantaría trabajar en esto, no os voy a mentir, y sobre todo me encantaría trabajar en disney, era al sitio al que había pensado ir en un futuro si entraba en la escuela. Pero no entré. Y me di cuenta de que me gustaba dibujar pero no sería capaz de pasarme toda la vida haciendo esto, es algo que no podría. Antes sí que me veía haciéndolo, pero supongo que con la edad nuestros deseos van cambiando y muy pocos se mantienen intactos. E incluso me di cuenta de que sí, había querido estudiar Bellas Artes pero para especializarme en fotografía, así que decidí dejar atrás el dibujo —haciéndolo solo cuando realmente me apeteciera— y dedicando mis esfuerzos a la escritura y a un posible futuro en el mundo editorial. Y me metí en Estudios ingleses, la otra carrera que quería hacer desde los 14. 

Y no sé por qué os cuento esto, pero supongo que es porque siempre que voy a cosas de estas me pongo a pensar en si hice bien al renunciar tan pronto a algo o si tenía que haber luchado más. A día de hoy os digo que hice bien. Me encanta mi carrera, la literatura es mi vida y por mí estaría escribiendo todo el día, nunca me he rendido y jamás lo haré. No me frustro ni tengo ganas de dejar de hacerlo, como si me pasaba cuando los dibujos no me salían, sino que sigo creando un montón de cosas y pasándomelo genial escribiendo. 


Y bueno, tras el taller fuimos a comer, a ver a un amigo en una maratón de crear un videojuego y luego fuimos J, P, un amigo de P y yo a las firmas de Jaime Calderón y Azpiri. Confieso que no sabía quién era ninguno de los dos, a esto fui más en plan acompañante que otra cosa y me lo pasé bastante bien, aunque menudo dolor de espalda. 

Es un lujo poder ver a dos personas dibujar en directo y os diré que me quedé flipada viendo a Calderón dibujar. Quería haberme comprado algo de él para llevarme un dibujo suyo pero con esto de Londres pues estoy en plan ahorradora compulsiva, así que me limité a babear mientras le veía hacer unos dibujos impresionantes. 

Mis amigos fueron a ver a Azpiri, aprovechando J y P a hablar con sus hijas, pues una se dedica a la ilustración, hablando con ellos un montón. El amigo de P y yo estuvimos escuchándoles a la vez que mirábamos lo que dibujaban Azpiri y Calderón. 

Tampoco hay mucho más que contar. En la presentación hicieron un pequeño recorrido por sus carreras profesional y después se pusieron a firmar, así que básicamente lo que hicimos fue una cola, los tres fangirlearon sobre los cómics de Azpiri y yo escuché mientras veía quién entraba, los originales que estaban para comprar y los cómics de ambos. 

Y así terminó el festival para mí. Con amigos, rodeada de amantes de los cómics, y con un dolor de espalda tremendo por el tiempo que estuve de pie con la mochila a la espalda. 

Bueno, vale, en realidad acabó tomando un colacao los cuatro juntos —bueno, solo J y yo— mientras hablábamos de las firmas, de cómics y de lo que habíamos hecho estos días.

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